Friday, May 7, 2010

Negro es el nuevo verde

Cojo el título prestado de una frase de este mordaz vídeo sobre el cambio de política de la British Petroleum: BP goes back to black.

No hace muchos años, se podían ver campañas publicitarias de BP como esta, que acababan con un “Beyond Petrol”, destinadas a dar a conocer la intención de la compañía de diversificar su “cartera energética”. Pero en 2007, el nuevo director ejecutivo de BP, Tony Hayward, se presentó en público quejándose de que demasiada gente en la compañía había intentado “salvar el mundo” y enfatizó que los valores de la compañía debían continuar siendo el gas y el petróleo. Como resultado, hoy en día, el departamento de energías alternativas de BP ha sido dejado de la mano de Dios; su presupuesto es de mil millones de dólares, destinado en su mayoría a biocombustibles, y se han olvidado de la energía solar. Una de las primeras bazas de la nueva dirección de BP fue la de destinar unos 20 mil millones de dólares en el desarrollo de tecnologías para la explotación comercial de fuentes de petróleo no convencional como las tierras bituminosas del Canadá.

Pero el peaje ecológico de estas fuentes no convencionales es elevado. Así que para asegurarse el éxito de la nueva estrategia de BP, se requiere una fuerte campaña de presión sobre los gobiernos, especialmente sobre el gobierno de Obama en Estados Unidos. En 2008, BP se gastó 10.4 millones de dólares en actividades de presión en Washington DC (su récord histórico). En 2009, se gastó 16 millones de dólares. El resultado más notable fue la decisión de Obama de abrir las costas americanas para la explotación petrolífera.

Durante años, toda la industria petrolífera ha estado presionando para abrir nuevas áreas costeras para la explotación petrolífera. Durante décadas, la gran mayoría de las explotaciones se han realizado a profundidades de entre 9 y 60 metros de profundidad. Pero estos pozos se hallan en absoluto declive. Así que en la última década el número de plataformas petrolíferas trabajando a profundidades de más de 300 m se han multiplicado, a la vez que las que trabajan a más de 1500 m. El coste de trabajar a estas profundidades es increíblemente elevado. Pero las compañías petrolíferas no andan escasas de dinero. En 2009, por primera vez en la historia, siete de las 10 compañías más grandes del mundo son petrolíferas. Pero el declive de los actuales pozos las lleva a intentar extraer petróleo de profundidades cada vez mayores. En septiembre de 2009, la plataforma Deepwater Horizon consiguió el récord de profundidad de un pozo (más de 10 km) en el campo petrolífero de Tíber y, al explotar esta plataforma el 20 de Abril del 2010, la plataforma petrolífera Deepwater Drilling, se habían perforado más de 5 km.


Sin embargo, los problemas de perforar pozos tan profundos es conocido. Editoriales y artículos publicados estos días denuncian cómo la búsqueda de petróleo es un peligro: para las personas y para el medio ambiente. Sin ir más lejos, un reportaje en el diario El País (poco propenso a identificarse con las ideas del Peak Oil) lo deja bien claro: “Más profundo, más peligroso: La búsqueda hasta la última gota de crudo aumenta el riesgo de derrame”.

El drama es que con BP se obtiene un cóctel explosivo. Una semana antes de la explosión de la plataforma Deepwater Horizon en el Golfo de México, un alto directivo de BP estuvo realizando presiones en Washington DC para la relajación de las medidas de seguridad obligatorias en plataformas de extracción costeras. Cuestión de dinero: la explotación costera es cara. Si a eso se le añade un sobrecoste de seguridad se reducen los beneficios y se ralentiza la explotación de tan preciado bien.

Que la desesperada búsqueda de petróleo es cara ya lo sabíamos. Pero este accidente nos muestra que nos saldrá aún cara. Las primeras estimaciones para la industria pesquera es de pérdidas de 2.500 millones de dólares, mientras que la industria turística en Florida perdería 3.000 millones de dólares. Pero no hay que olvidar las más de 400 especies animales directamente amenazadas (el 30 de abril ya se tenía constancia de que el petróleo ya había llegado a refugios de vida salvaje. Con suerte, la campana que BP está intentando instalar pude limitar el desastre. Con mala suerte, el petróleo podría llegar hasta la Corriente del Golfo. En 1979, un accidente de otra perforación profunda (3.2 km) en el Golfo de México duró nueve meses, en lo que fue el segundo mayor derrame petrolífero de la historia.

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