Pues bien, en el contexto del Oil Crash, no creo que podamos volver a vivir como hacíamos en los 90. Según un estudio realizado por once investigadores y que fue publicado el 2005 ("Tracking the ecological overshoot of the human economy"), el tren de vida de los 90 tampoco era sostenible.
Traduzco fragmentos de dicho artículo:
La actividad económica de los humanos depende del capital natural de planeta, el cuál proporciona todos los servicios ecológicos y las materias primas naturales.
Explotación del capital natural más allá de su capacidad de regeneración se traducirá en un agotamiento del stock de capital. En este trabajo, utilizamos datos económicos para traducir la demanda humana sobre el medio ambiente en términos del área requerida para la producción de comida, mercancías, y la absorción de los deshechos. Este trabajo se basa en seis hipótesis:
- Se puede seguir la pista de la mayoría de los recursos consumidos por los humanos y de los deshechos que la humanidad produce.
- Muchos de los flujos asociados a la explotación y deshecho de estos recursos puede expresarse como "áreas biológicamente productivas".
- Cada área se pondera proporcionalmente según la productividad de biomasa útil (es decir, la producción potencial de la biomasa con interés económico), obteniendo "hectáreas estándar". Estas hectáreas estándar, que llamamos "hectáreas globales", representan hectáreas con productividad de biomasa igual a la productividad mundial promedio para cada año.
- Como estas áreas ponderadas son mutuamente excluyentes, se pueden sumar para dar el área total requerida por las actividades humanas.
- De la misma manera, los servicios proporcionados por la naturaleza se pueden expresar en términos de hectáreas globales.
El impacto ecológico de la humanidad se mide por el área de terreno y agua biológicamente productivas necesarias para producir las mercancías consumidas y para asimilar los deshechos generados por la actividad humana.
Sabemos que este enfoque reduccionista proporciona sólo una medida de la sostenibilidad global, pero consideramos que esta métrica proporciona un baremo necesario, pero no suficiente, para que nuestras actividades no excedan la capacidad biológica del planeta.
Nuestro trabajo recopila datos de las siguientes actividades económicas:
- Agricultura para proporcionar comida, forraje, ropa, aceite y caucho.
- Ganadería para comida, cobijo, lana y eche.
- Forestación para madera, fibra y combustible.
- Pesca marina y de agua dulce.
- Infraestructuras para vivienda, transporte, producción industrial y potencia hidroeléctrica.
- Quema de combustibles fósiles (en este caso se contabiliza el área biologicamente productiva necesaria para secuestrar el CO2 emitido y evitar aumentos en este gas de efecto invernadero).
Para cada categoría hemos recopilado series temporales de 40 años a partir de fuentes gubernamentales.
Nuestros cálculos indican que la demanda humana excedió la capacidad regenerativa de la biosfera desde la década de los 80. Si la carga humana era del 70% en el año 1961, en 1999 fue del 120%.
Estos resultados son preocupantes porque significan que llevamos más de treinta años viviendo a crédito, y en los que nuestra presión sobre la tierra se halla en territorio insostenible. Claro que, a pesar de que 30 años es mucho para un humano (sé que algunos de los lectores aún no habían nacido), no es mucho en comparación con otras escalas.
Con ello quiero decir que el Peak Everything (la escasez generalizada de materias primas debido a la sobre-explotación de los recursos naturales) difícilmente pone en riesgo la existencia del planeta (4.000 millones de años), la vida terrestre (3.700 millones de años), la especie humana (200.000 años), la escritura (6.000 años), el cristianismo (2.000 años), o el islam (1.400 años).
Sin embargo, la revolución verde (60 años), la revolución industrial (160 años), o la Ilustración (300 años), son eventos para los cuales, 30 años sí que representan un periodo significativo. Una recesión desbocada provocada por el Oil Crash disminuiría severamente lo obtenido por estos eventos. Empezando por una seria reducción de la producción agrícola, y la producción industrial, podría incluso poner en tela de juicio la cultura de la razón.